martes, 18 de octubre de 2022

ALIMENTO PARA EL ALMA

 

18 de octubre

 Lucas 5, 12–16

 En aquel tiempo, estando Jesús en una de las ciudades, he aquí que un hombre lleno de lepra, al ver a Jesús, se postró rostro en tierra y le rogó, diciendo: ¡Señor, si quieres, puedes limpiarme! Y extendiendo la mano, tocó al leproso, diciendo: ¡Quiero, límpiate! Y al instante le dejó la lepra. Y Jesús le mandó que no dijera a nadie y le dijo: Muéstrate al sacerdote y, por tu purificación, ofrece un sacrificio como Moisés ordenó, para testimonio de ello. Se difundió la noticia, y grandes multitudes se reunieron para escucharlo y ser sanados de sus enfermedades. Más él se retiraba a lugares desiertos para orar.

 

Sobre la oración

Ama la oración. Dirige constantemente tu mente a Dios... Para no vivir en tinieblas, presiona el "interruptor" de la oración, para que la luz divina entre en tu alma. En lo más profundo de vuestro ser resplandecerá Cristo... Cuando la mente del hombre se prepara para la oración, en una milésima de segundo llega la gracia divina. Entonces el hombre se llena de gracia y ve todo con otros ojos.

 Todo se arregla con la ayuda de la oración. Pero debéis tener amor, debéis tener calidez en la oración. No te preocupes, confía en el amor y el cuidado de Dios. Cuando estás en oración, todo encaja. Dentro de ti viene la gracia de Dios. Cuando tienes gracia, todo se hace con alegría, sin esfuerzo.

 En el caso de la oración, no es la duración temporal lo que importa, sino la tensión. Ora a Dios aunque sea por cinco minutos, pero dedícate a Dios con amor y anhelo. Es decir, la oración debe ser consciente, con la mente enfocada.

 Para que Jesús entre en nosotros cuando lo llamamos Señor Jesucristo, ten piedad de mí, nuestro corazón debe estar limpio, libre de odio, egoísmo y malicia.

 

Monje Patapios Kavsokalivitul, San Porfirio Kavsokalivitul – Santidad en el siglo XXI, Editorial Doxologia, Iasi, 2015, pp. 53-54.

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